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El recorrido de los trabajadores del sector refleja organización, crecimiento y conquistas que transformaron sus condiciones laborales.
En Uruguay, los Consejos de Salarios son un ámbito bipartito o tripartito de negociación colectiva que reúne a representantes del Estado, de las empresas y de los trabajadores para fijar condiciones laborales y salariales. Creado en 1943, este sistema fue interrumpido en distintos momentos de la historia del país, y recién en 2005, se reinstauró de forma plena. Fue en ese marco cuando un grupo de empleados de Estaciones de Servicio decidió organizarse y dar vida a una representación específica dentro de la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines.
“Nos juntamos cuatro compañeros. Veníamos de distintas estaciones y sentíamos que era el momento de dar un paso al frente. Entendíamos que nuestro trabajo tenía que estar representado en los Consejos de Salarios”, recordó Roberto Rafael Cuello Borni, exintegrante del Consejo Directivo Nacional de la UNTMRA en diálogo con Surtidores Uruguay.
Los primeros pasos no fueron sencillos, ya que existían dudas sobre si correspondía integrarse a un sindicato de metalúrgicos, cuando el vínculo del sector estaba más relacionado con la energía y los combustibles. Sin embargo, la necesidad de contar con una representación formal llevó a que la naciente Rama de Estaciones de Servicio se consolidara dentro de la UNTMRA. “Al principio había división entre quienes queríamos vincularnos a la Federación ANCAP y quienes defendían seguir en la UNTMRA. Finalmente, decidimos afiliarnos allí, y eso nos permitió empezar a negociar”, relató Cuello.
Con el correr de los años, la organización fue creciendo y extendiéndose al interior del país, con la participación de trabajadores de departamentos como Paysandú, Rocha, Canelones, Maldonado y Colonia. Ese proceso de expansión permitió fortalecer la Rama y alcanzar conquistas laborales significativas. Entre ellas se encuentran la reducción de la jornada laboral a 44 horas semanales, el pago de descansos, la incorporación de nuevas categorías y la no contabilización de los domingos en las licencias.
Dos logros resultaron especialmente valorados por los trabajadores. El primero fue la provisión de ropa de trabajo, que hasta entonces debía ser costeada por cada empleado. Desde la segunda ronda de Consejos de Salarios, las empresas acordaron entregar dos uniformes completos al año, con fechas establecidas para invierno y verano, además de una campera de abrigo e impermeable cada dos años. El segundo fue la creación de la prima por antigüedad, impulsada junto al delegado Raúl Villalba, aún en actividad. “Son mejoras que se notan en lo cotidiano, que cambian la vida de quienes están detrás del mostrador o en el surtidor”, subrayó Cuello.
El oficio en las estaciones de servicio estuvo marcado por la continuidad y la dedicación diaria. “Entré como cajero y me jubilé como cajero. Lo que te forma es la experiencia y el vínculo con la gente, que es lo que sostiene este trabajo durante tantos años”, resumió Cuello.
Ese contacto directo con el público, sumado a la responsabilidad en el manejo del dinero y el servicio constante, definió la tarea de miles de trabajadores a lo largo del tiempo. Más allá de las conquistas alcanzadas en el plano laboral, la historia de estas dos décadas también es la de un oficio que se mantiene como pieza esencial en la vida cotidiana del país.
Veinte años después, más allá de los matices internos y las dificultades del presente, el recorrido deja en pie un legado de conquistas concretas y una huella en la memoria laboral del país.
Excelente nota
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