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Estaciones con historia: Puntos de carga que logran insertarse combinando el presente con el pasado

Más allá de su función operativa, hay expendedoras que dialogan con su entorno.

Por Surtidores UY

¿Es posible que una Estación de Servicio conviva armónicamente con un barrio residencial o un entorno patrimonial? La respuesta no solo es afirmativa, sino que ya existen ejemplos concretos que lo demuestran. Sin embargo, el proceso para lograrlo no es simple, porque transformar una edificación antigua, en un punto de carga implica mucho más que una refacción, debido que es un rediseño integral que exige consideraciones estructurales, normativas, ambientales y estéticas.

En diálogo con Surtidores Uruguay, Silvana Sangiovanni, Arquitecta de Decontop, explicó que este tipo de reciclaje edilicio plantea desafíos importantes desde varios frentes. Por un lado, está el aspecto estructural: “Una casa fue pensada para otro tipo de cargas y esfuerzos. Convertirla en estación exige que soporte el flujo constante y el peso de vehículos de gran porte”, señaló. Para esto, se requiere una evaluación técnica exhaustiva que determine si la estructura puede adaptarse a las nuevas exigencias sin comprometer la seguridad.

Ancap

 

Desde lo funcional, también hay que repensar completamente los espacios. Se necesita una planta abierta, áreas para atención al público, zonas de carga eléctrica, venta de alimentos, oficinas, sanitarios y sectores técnicos como lavado o cambios de aceite. “Cada rincón debe ser reconfigurado para responder a un programa comercial intensivo, sin perder legibilidad ni confort”, destacó Sangiovanni. Además, el tránsito vehicular y peatonal, debe fluir con seguridad y eficiencia, con entradas, salidas, radios de giro y zonas de carga claramente definidas.

En cuestiones normativas, el cambio de uso del suelo requiere la habilitación municipal y ambiental, así como estudios de impacto urbano y de tránsito. Instalar tanques de combustibles, cámaras interceptoras y sistemas de control de fugas conlleva una batería de permisos que deben gestionarse con rigor. “En zonas residenciales, los cuidados deben extremarse para no desentonar con el entorno. Es vital respetar volúmenes, materiales, texturas y alturas preexistentes”, advirtió la arquitecta.

Un caso paradigmático es la estación ANCAP de Carrasco, declarada Monumento Histórico Nacional, construida en 1943-44 por Rafael Lorente Escudero junto a Roberto Beraldo. Allí, cada decisión proyectual revela un profundo respeto por el entorno; techos de teja francesa, muros de ladrillo, pilares de madera y una escala perfectamente integrada al barrio. La zona de carga, lejos de ser un volumen industrial, se asemeja a un porche doméstico. Incluso el logo de la empresa, discretamente tallado sobre la madera oscura, aparece sin estridencias. “La obra logra que el edificio comercial se camufle sin esconderse, dialogando con su entorno en vez de imponer una estética foránea”, precisó.

 

Otro ejemplo similar se encuentra en Punta del Este, donde una torre mirador fue una Estación de Servicio que también fue diseñada por Lorente. Allí, el lenguaje arquitectónico evocó los chalets costeros y, sin ocultar su función, la instalación se convierte en parte del paisaje. El respeto por la escala humana, el uso de materiales nobles y el cuidado en los detalles, como pérgolas, jardineras y frontones reinterpretados, son algunos de los elementos que permiten esa integración amable.

En contraste, algunos proyectos optan por reutilizar construcciones antiguas con una lógica más autoral. Tal es el caso del arquitecto Álvaro Farina, quien convirtió una vieja estación Shell art déco en su casa y estudio en Punta del Este. Lejos de ocultar su pasado, Farina recuperó las formas originales y resignificó el edificio, manteniendo la autenticidad de sus materiales y espacios.

Para Sangiovanni, si bien lo ideal sería diseñar una estación desde cero con criterios actuales, el reciclaje es una opción válida siempre que se respeten la escala y las características del entorno. “Es un camino más costoso y desafiante, pero puede ser muy valioso desde el punto de vista patrimonial y urbano”, puntualizó.

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